Por María Carla Genovesi - publicado el 19/7/2033
El viaje en el tiempo existe. En nueva York en 2017 hablé de machismo y me dijeron que hacía años que el feminismo no peleaba con eso. Ahí me di cuenta, que había viajado en el tiempo. Había llegado a una realidad en la que me hablaban de pronombres, género fluido y me hablan de cosas que jamás había visto. Me limitaba a participar en las clases porque no entendía cómo referirme a las personas, mientras hablaba en otro idioma que no era mi materno. Volvía en algunos veranos al invierno latinoamericano, a contarle a mis amigos y familia. Que me escuchaban como si tratara de explicarles el iPhone en 1960.
Comprobé entonces que la línea temporal parecía estar ligada al estado económico de cada país. Como si la economía impulsara al país en el tiempo, hacia el futuro. Eso explicaba el fenómeno que de más joven había notado donde las cosas que veía en otros países o en Europa, creía eran “cosas de allá”, pero con el tiempo también eran “cosas de acá”. La primera vez que a mis 12 años vi que separaban la basura en Londres, me quedé en shock. Volvía explicando que había una bolsa verde para plásticos y reciclables y otra negra para lo regular. Y que las casas tiraban la basura diferenciada. En ese entonces era como un Cristóbal Colón invertido, donde iba al Nuevo Mundo y volvía al Viejo Mundo, pero los adjetivos tenían más sentido.
Siempre me imaginé que los viajes en el tiempo serían máquinas especializadas, con ultra velocidad, luces estrambóticas y que había que viajar con extremo cuidado de no tocar nada. Jamás me hubiera imaginado que era en realidad una máquina que había dado su primer salto en el tiempo el 3 de mayo de 1919 en el primer vuelo comercial de América. Y desde entonces se perfeccionaron los modelos, se multiplicaron e incluso se puede elegir viajar al tiempo en Economy o Turista.
Quizás es eso a lo que nos referimos cuando expresamos el placer de viajar. No es solo la cultura o lo nuevo, sino lo estimulante de viajar a otro tiempo. Anterior o futuro. Ver dónde viven, cómo viven. Creo que lo interesante, es que al final descubrimos que el tiempo no es lineal, sino que existe en simultáneo. No solo eso, sino que uno imaginaría que viajar en el tiempo es en la línea de acontecimientos. Sin embargo, en Londres, Suiza, Argentina y Nigeria ven al mismo “tiempo” los acontecimientos (mundiales, partidos, fin de años) aunque vivan en distintos tiempos de la humanidad. No termino de descifrar si los lugares de escasos recursos, son el futuro o el pasado. No me queda claro. Podría bien ser lo que pasa después del individualismo, de la explotación y la deshumanización; o bien el pasado. Tengo la teoría de que Borges había encontrado algo muy atinado en la circularidad del tiempo, y quizás estamos viendo el pasado, presente y futuro de la humanidad, existir en simultáneo y volver a su propia historia de forma cíclica.
Habría que ver si el viaje en el tiempo, funciona en menor escala, dentro de las ciudades. Donde los barrios más pudientes viven en un futuro, y los carenciados en un “pasado”, al que los Gobiernos parecieran no acceder. Pero no estoy segura de cómo funcionan y si hay sindicatos de tiempos. Quizás lo que concebimos como corrupción, es una extrema prudencia de no contaminar líneas temporales. Creo que valdría la pena cuestionar estas precauciones. Aunque como único argumento puedo confirmar que sigo conservando un osito traído de Londres, en un entonces futuro, y aseguro que no ha provocado estragos mayores ni derroques gubernamentales o guerras. Cada tanto me es difícil ubicarlo en la estética de mi departamento, pero fuera de una catástrofe estética no ha causado mayores fatalidades.
Por ahora lo que sé, es que viajamos en el tiempo. Quizás de manera constante, no solo en el reloj, sino atravesándolo con trenes o haciendo saltos más notorios en avión. También que aunque creíamos que en los viajes en el tiempo no debíamos traer o modificar objetos para no alterar la línea de tiempo, hoy podemos traernos souvenirs del futuro o del pasado sin ocasionar estragos y hasta planificar viajes con amigos o familia en el tiempo. En uno de los tantos viajes en el tiempo posibles. Si llegan noticias de osos de peluche causando disturbios, prometo viajar a devolverlo, pero hasta entonces mi souvenir de mi primer viaje en el tiempo seguirá sentado en mí biblioteca.