Entrevista a la autora de Tinta Malbec

María Carla Genovesi vuelve a la ficción con Tinta Malbec, una novela ambientada entre los paisajes de la Toscana y los rincones más íntimos de la memoria. Tras su primera obra, La hija del sacerdote -una novela con trazos de autoficción-, Genovesi despliega ahora una historia completamente imaginada, pero con esa misma sensibilidad narrativa que la caracteriza. Con una prosa detallista, elegante y emocionalmente honesta, Tinta Malbec se sumerge en secretos familiares, vínculos inesperados y esa necesidad tan humana de entender lo que nos precede para poder vivir lo que nos toca.


¿Cómo surgió la idea de Tinta Malbec?

La idea de la novela empezó en una cerrajería... jaja claramente no hay lugar específico para la inspiración. Había buscado un lugar para hacer una copia de una llave cerca de casa y encontré que había un local oculto al final de una galería semi abandonada. En la zona en la que vivo hay muchos edificios modernos, naturaleza, es todo muy ciudad. Cuando me adentré, me encontré con este localcito de apenas dos metros cuadrados, un banquito donde se sentaba el cerrajero y un biombo que separaba atrás la máquina. Mientras esperaba, lo miré en detalle. Encorvado haciendo la copia, en esa parte oscura de la galería, pensé: "Esta cerrajería no pega con nada, debería estar en un pueblo". Y ahí me lo imaginé: ¿qué pasaría si una chica llena de vida, de ciudad, estresada, se fuera a vivir a un pueblo? ¿Por qué estaría ahí? ¿Renunció? ¿Se quemó? Para cuando me dio las copias de la llave, ya tenía una leve idea sobre Bea. Me volví a casa anotando las preguntas que me surgieron. Así empezó.

¿Descubriste cosas sobre la historia mientras la escribías?
Aparte de inscribirme a un curso de introducción al vino y a la cata para entender mejor a Marco, descubrí muchas cosas mientras los leía. Y digo "los leía" porque me pasó algo muy literal: sentí que los personajes me iban revelando su historia a medida que escribía. Tenía una línea de trama bastante definida, pero cambió tres veces de manera fuerte. La idea del secreto oculto, por ejemplo, no lo descubrí hasta que lo descubrió Bea. Mi intención era otra. Pero las novelas, en cierto punto, toman su propio rumbo. A veces hasta que no escribís una escena o no te acercás a un personaje, no lo conocés del todo.


¿Qué relación sentís que tienen tus personajes con vos?

A veces me sorprende cuando me preguntan eso. Entiendo que como autora, el lente con el que veo el mundo inevitablemente se cuela. Transfiero emociones o maneras de experimentar, pero no creo que los personajes "sean" yo. Bea trabaja de lo mismo que trabaja mi novio, por lo que seguramente algo de él hay ahí -esa parte más estoica, por ejemplo, que se necesita para investment banking. Quizás lo que más "heredan" de mí son los vínculos o afectos, pero creo que todos los personajes están construidos con una mezcla de personas que vi, que conozco, cosas que escuché, y vivencias compartidas. Es como querer conocer a alguien: no lo sabés de entrada, lo vas descubriendo.

¿Qué papel juega el paisaje toscano en la novela? ¿Fue pensado como un personaje más?
Totalmente. Más que la Toscana por el paisaje, la elegí por los pueblos. El pueblo tiene relevancia en la novela, es casi un personaje más. Los rumores, los secretos, las presiones de lo que se hace o deja de hacer, lo que se dice o se oculta, todo eso mueve la historia. La calidez, lo chico, el apoyo mutuo, el conocerse con todos, y los silencios también. Las tradiciones religiosas, las creencias, todo eso tiene entidad propia. Los paisajes toscanos están, claro, pero lo más importante es la manera de vivir en los pueblos.

Tu primera novela tiene trazos de autoficción, mientras que Tinta Malbec se construye desde una ficción más pura. ¿Cómo cambió tu proceso creativo entre una y otra? ¿Qué te permitió -o te exigió- escribir desde esa distancia?
El proceso creativo de ambas fue muy distinto. El primero, al ser autobiográfico, tuvo mucho de evocación, de recuerdos y de autorreflexión. Me exigió tener que trabajar cosas dentro, tomar decisiones sobre cuánto de mí y de mi vida quería exponer, y compartirla se sintió más vulnerable. Mientras que este proceso fue adentrarme de a poco en la vida de otros personajes. Descubrir una historia. Me pude ir dejando sorprender por los personajes y me sorprendí de giros y secretos que encontré. Siento que son procesos muy diferentes. Estoy contenta que la historia de mi vida, planeo escribirla solo una vez jaja, y que este último proceso es el que puedo seguir repitiendo: el de escribir novelas de ficción.

¿Por qué el título Tinta Malbec para una historia ambientada en la Toscana?
La elección del título tiene varias capas. Por un lado, es una alusión directa al vino: el mundo del vino está presente en la novela -la bodega, las cartas, el secreto de Giulia y F, todo ocurre alrededor de eso. Pero también es simbólico: el Malbec no es lo que se hace tradicionalmente en la Toscana. No pertenece, pero hay personajes que lo desean. Representa todo eso que uno quiere ser, pero no es. Lo que no se puede. Lo que se intenta, pero está fuera de lugar. Y como el vino, esta historia también necesita tiempo para abrirse. Cada personaje guarda su sabor, sus taninos, sus duelos y sus deseos. Algunos duelen, otros suavizan. Pero todos quedan.



- Por Laberinto de Libros

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